LA SELVA DEL INGLÉS

Hace unos años asistí a la presentación de un libro de texto de inglés.  Era el libro típico, con mucho colorido, varios niveles, fotos de astronautas, gramática escondida para no asustar, y muchísimo vocabulario.  Es decir, horrible.  Cuando uno de los escritores del libro — había tres — terminó la presentación, pidió comentarios, y levanté la mano.

— De esta lista de phrasal verbs, dije, señalando la última diapositiva, ¿cuántos enseñarías a los alumnos en la clase?

El señor, muy sorprendido, miró la lista.  Consistía en unos siete relacionados con, si no me acuerdo mal, el verbo ‘look’:  look over, look into, look out, look for, look at, look around, etc.  — Pues, todos, contestó.

Le respondí que esta lección sería una pérdida de tiempo.  En primer lugar, porque solo dos de ellos, look at (mirar) y look for (buscar), son de primera utilidad.  En segundo lugar, porque nuestros alumnos disponen de muy poco tiempo para estudiar inglés y hay que enseñar lo más necesario, y en tercer lugar, porque, como le dije:  — Cuanto más se enseña, menos se aprende. Lo que se enseña en la clase, hay que elegirlo con sumo cuidado.

Se quedó atónito y repitió este dicho mío un par de veces.  Obviamente no se le había ocurrido nunca, aunque nos había asegurado al principio de la presentación que entre los tres escritores del libro tenían varias décadas de experiencia impartiendo cursos de inglés.  Personalmente, yo solo tardé tres en darme cuenta de algo tan sencillo.

Cuando agradeció mi comentario, le brindé otro, que tampoco me parece muy profundo: — Un alumno solo utiliza el inglés que sabe, y solo sabe el inglés que utiliza. La tarea del profesor, entonces, es aumentar lo que sabe, para que lo pueda utilizar.

Otro bombazo.

Bueno, esto es un ejemplo de lo que puedes esperar cuando entras en la selva de inglés: mucha mediocridad.  Las cucarachas reflexionan más sobre la alimentación que lo que el típico profesor de inglés reflexiona sobre la enseñanza. Es la razón principal por la que hago a mano todas mis lecciones.

Seguro que ya tienes experiencia con las torturas que mis compañeros infligen a sus alumnos:  lecturas rebosando vocablos poco útiles, lecciones de pronunciación para disimular las raíces vallecanas, o el típico diálogo entre dos filósofos incapaces de decidirse entre la hamburguesa, que tiene menos calorías, o el hot dog, que se puede comer con una sola mano.

Ahora bien, mi preferencia es no aburrir a nadie. Por eso, no dependo de un libro de texto. Todas mis lecciones, que tengo cientos, las hago yo, tanto los cuentos para nivel bajo como las lecciones de gramática como los business translations como los audio-video. Todas. Porque cada alumno o grupo es diferente y necesita su propia combinación de lecciones.

La moraleja de este sermón es ésta:  contrátame a mí.  Enseño bien, soy guapo, y cobro poco.

Envíame un mensaje a mi correo: philipkraske9@hotmail.com. Y hablemos pronto.